jueves, 1 de agosto de 2013

El atardecer

                                          Fotografia de Jesús Páez


El Sol se pierde por el horizonte, mientras la Tierra se oscurece. La nubes se tiñen de color oscuro mientras el horizonte se incendia con los últimos rayos del dios Júpiter y la soledad desnuda de caricias se siente en la piel y en la mirada.

 Un día el Sol simplemente no renacerá para mi, la noche será eterna y las nubes contendrán quizás unas moléculas de carbono que emanaron de las cenizas del último día. Solo eso.

 Pero hoy el mundo, tal vez mas perdido que ayer, sigue girando imperturbable sabiendo que los que estamos desorientados somos nosotros, criaturas deshilvanadas de la Naturaleza. Enraizadas en empeños improbables y desprendidas de las ramas del saber antiguo.

 La sospecha de haber vivido solo un sueño se hace presente en la luz que se desvanece y en el hastío que nos devuelve al frio de la noche.

 Sin embargo el hambre en el mundo es una constante que nos avisa que algo va mal que no funciona, pero estamos soñando que nuestra pequeña y escasa realidad es la única posible.

 Pobres ciegos egoístas y necios, la luz del Sol se desvanece para todos.  

 

 


2 comentarios:

  1. El sol vuelve a salir cada mañana mientras vivimos. Mientras vivimos podemos poner nuestro pequeño grano de arena para llevar luz a los ciegos. Creo en el poder de las palabras hermosas, como éstas tuyas. Un abrazo, querida Lisístrata.

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  2. Estimada Elena, es una gran sorpresa para mi tu comentario, porque como verás este blog está un poco huérfano de atenciones.

    Agradezco tus palabras porque las valoro en mucho. Ojalá y tuviera yo la sombra de tu pluma para escribir.

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