viernes, 26 de julio de 2013

La niebla




 La tarde lucía el color gris de la niebla mientras desdibujaba los contornos de los árboles a través del ventanal. La humedad de la fina lluvia contribuía a dar una inquietante luz lechosa al atardecer preñado de presagios "oscuros como la tumba donde yace mi amigo" que se materializaron mas tarde en el descarrilamiento de un tren no muy lejos del lugar.

Las víctimas superaron largamente la centena y las autoridades se aprestaron a buscar la cabeza de turco que desviara la atención de la gente de su responsabilidad por la ausencia de los dispositivos de seguridad que habrían podido evitar la tragedia. La encontraron, como no, en la aterrorizada persona del maquinista cuyo sentimiento de culpa podría haber resucitado a los muertos si estos hubieran conectado con su espíritu.

La tarde desquiciada fue perdiendo poco a poco su nombre para adentrarse en la densa oscuridad de la noche templada. Otro día traerá nuevas víctimas y cabezas de turco al terrible teatro de la vida. La niebla no jugó ningún papel, fué solo la excusa conveniente para dar testimonio de un acontecimiento brutal.

Paz para los desaparecidos y bálsamo de esperanza para los demás.